La reserva ovárica indica la cantidad de óvulos de los que dispone una mujer en un momento determinado de su vida y, por tanto, es algo que marcará el estado de su fertilidad.
Si la reserva ovárica es buena, habrá más probabilidad de lograr el embarazo. En el caso de que se detecte baja reserva ovárica, puede ser necesario recurrir a la fecundación in vitro para ser madre.
¿Qué es la reserva ovárica?
Cada vez más pacientes acuden a consulta preocupadas por esta cuestión y desde luego no se trata de algo baladí, ya que la famosa “reserva ovárica” determina, en parte, la capacidad reproductiva de cada mujer en un momento determinado de su vida, pero, ¿qué es realmente la reserva ovárica?
Los ovarios de cada mujer presentan una dotación de folículos (contenedores de futuros ovocitos) predeterminada genéticamente desde su concepción, que se va agotando con cada ciclo menstrual, esto significa que cada mes el ovario selecciona un grupo de folículos de entre los cuáles saldrá el elegido para ser ovulado.
En las consultas de reproducción, una amplia mayoría de pacientes que acuden superan la edad de 38-40 años. El ritmo de vida de las mujeres ha ido cambiando a lo largo de los años, al igual que el orden de sus prioridades, lo que ha desembocado en un retraso de la edad de maternidad, en ocasiones hasta un límite en que la capacidad reproductiva se ha perdido parcial o totalmente. Esta pérdida de la capacidad reproductiva puede valorarse estudiando la reserva ovárica.
Hay dos parámetros fundamentales que el ginecólogo debe conocer para poder informar a la paciente a cerca de su reserva ovárica: el primero es el RFA (recuento de olículos antrales) de ambos ovarios, a través de una ecografía, preferiblemente transvaginal y en los últimos días de regla (dado que es el momento de reposo del ovario); El segundo es la determinación de los niveles de AMH (Hormona antimülleriana), mediante análisis de sangre. De forma habitual consideramos como normal un RFA de entre 5-10 por cada ovario y una AMH de entre 1,5-3,5.
¿Qué ocurre si tengo una baja reserva ovárica?
Como ya hemos explicado, a medida que cumplimos años, nuestra reserva ovárica se agota. Es habitual que las pacientes presenten unos parámetros acordes a una baja reserva a partir de los 38-40 años de edad, aunque en algunas ocasiones encontramos pacientes con baja reserva a edades más tempranas.
Lo más importante es detectar aquellas pacientes con baja reserva para poder ofrecerles la mejor opción de tratamiento posible en caso de desear un embarazo. En todas las consultas de ginecología se debería implementar de manera sistemática esta valoración como parte de la revisión e informar a las pacientes en el caso de hallazgos patológicos o no concordantes con los esperados para su edad.
¿Existe algún forma de adelantarse a la pérdida de reserva ovárica, de prevenir la pérdida de capacidad reproductiva? Afortunadamente, si. Las pacientes tienen la oportunidad de “asegurarse” su capacidad reproductiva mediante la vitrificación de ovocitos (preserva ovárica), tratamiento mediante el cual, tras un proceso de estimulación ovárica, se obtienen ovocitos que posteriormente se congelan para poder ser “utilizados” en un futuro, sin que se vea mermada su calidad. Lo ideal es informar a las pacientes de esta opción cuando inician sus revisiones ginecológicas, ya que la edad máxima recomendada para preservar la fertilidad es a los 37 años, a partir de entonces se considera que la cantidad y calidad de los ovocitos no será óptima para su uso a posteriori.