Te contamos todo lo relacionado con el tratamiento FIV que realizamos en las clínicas especializadas en fecundación in vitro de Toledo.
El tratamiento FIV o Fecundación in Vitro, es uno de los tratamientos más conocidos contra los problemas de fertilidad. A la hora de concebir una nueva vida, se pueden dar muchos casos en los que, ya sea por una parte de la pareja o por la otra, no se logra un embarazo sano que llegue a término. Como profesionales de una de las clínicas especializadas en fecundación in vitro de Toledo tenemos un largo historial de casos en los que hemos conseguido realizar un embarazo y que éste llegue a término de manera correcta. Y es una cifra que aumenta año tras año gracias a nuestro constante interés en mejorar las técnicas con las que trabajamos.
La fecundación in vitro es un tipo de tratamiento que se utiliza mayormente cuando otros tratamientos para la infertilidad han fracasado, pero también está recomendado para casos concretos:
- Pacientes que tienen una edad avanzada (más de 38-40 años) para la reproducción.
- Mujeres con alteraciones en el aparato reproductor.
- Tras la detección de anomalías en el semen (conocido como factor masculino).
Estos son solo algunas de las muchas razones por las que un embarazo no logra llegar a término. Por eso es recomendable realizar un estudio previo y comprobar en qué caso nos encontramos y las alternativas que existen para tratar cada uno de los problemas detectados.
¿Cómo funciona el tratamiento FIV?
El tratamiento comienza con la desensibilización de la hipófisis, la glándula que regula la actividad de ovarios. De esta manera, se pueden controlar su funcionamiento mediante fármacos y facilitar luego la estimulación ovárica. Este segundo paso consiste en inyectar gonadotrofinas (FSH u hormona foliculoestimulante) a la paciente para estimular el crecimiento de los folículos en los ovarios, y se controla a través de ecografías vaginales.
Una vez se obtienen óvulos maduros, estos se extraen mediante una punción folicular del ovario. Esta intervención se realiza con anestesia, dura aproximadamente una hora y no requiere de hospitalización posterior. Estos ovocitos serán analizados y se seleccionarán los más adecuados para el proceso de fecundación.
Tras haber preparado los ovocitos, se realiza la extracción de los espermatozoides y su posterior análisis en el laboratorio, para comprobar su viabilidad y detectar cualquier problema que pueda afectar al proceso de fecundación o a la salud del feto. Tras la selección de los espermatozoides, se realiza la inseminación y se coloca los ovocitos fecundados en incubadoras para su desarrollo.
El embrión crece en el laboratorio bajo observación hasta que está preparado para la transferencia al útero materno. La futura madre ha recibido previamente otro tratamiento hormonal para aumentar el grosor del endometrio y aumentar las posibilidades de embarazo. Se transfieren de uno a tres embriones y el resto puede ser vitrificado para embarazos posteriores.
En pocos días la paciente se somete a un test de embarazo que detecta la hormona beta-hCG para comprobar si el procedimiento ha tenido éxito. Nuestras ginecólogas llevarán un seguimiento exhaustivo del embarazo en caso de que este se haya dado o prepararán un nuevo ciclo para volver a intentarlo.
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