La obesidad es una condición cada vez más prevalente en la sociedad actual, y su impacto sobre la salud va mucho más allá del peso corporal. Entre sus múltiples consecuencias, se encuentra su efecto negativo sobre la fertilidad, tanto en mujeres como en hombres. La buena noticia es que con cambios en el estilo de vida, especialmente en la alimentación y el ejercicio, es posible mejorar significativamente la capacidad reproductiva.
¿Cómo afecta la obesidad a la fertilidad femenina?
En las mujeres, el exceso de grasa corporal influye directamente sobre el equilibrio hormonal. El tejido adiposo (grasa) no solo almacena energía, sino que también actúa como un órgano endocrino, produciendo hormonas y alterando su regulación.
Este desequilibrio puede provocar anovulación (falta de ovulación), ciclos menstruales irregulares o incluso amenorrea (ausencia de menstruación). Además, aumenta el riesgo de desarrollar síndrome de ovario poliquístico (SOP).
Por otro lado, la obesidad también puede afectar la receptividad endometrial, dificultando la implantación del embrión. Diversos estudios han mostrado que las mujeres con obesidad presentan tasas más bajas de éxito en procedimientos como la fecundación in vitro (FIV).
¿Y en los hombres?
La fertilidad masculina tampoco se libra del impacto de la obesidad. Un exceso de grasa puede alterar los niveles de testosterona afectando la producción de esperma. Se ha observado que los hombres con obesidad pueden presentar un recuento espermático más bajo, menor movilidad de los espermatozoides, lo que puede dificultar la concepción.
Además, factores como la inflamación crónica de bajo grado, frecuente en personas con obesidad, también pueden deteriorar la calidad del esperma.
¿La buena noticia? Hay margen de mejora
Afortunadamente, la mejora de la composición corporal, puede tener un gran impacto positivo en la fertilidad. Se puede mejorar la ovulación y la regularidad menstrual en mujeres con obesidad. También se han observado mejoras en la calidad espermática en hombres que logran reducir su peso corporal.
Adoptar una alimentación equilibrada, rica en fibra, antioxidantes, grasas saludables (como las del aceite de oliva, aguacate o pescado azul), además de mantener una rutina regular de ejercicio físico (fuerza + aeróbico), es fundamental para mejorar la fertilidad.
Nutrientes Clave en Fertilidad
Existen ciertos nutrientes que desempeñan un papel fundamental en la salud reproductiva, tanto en hombres como en mujeres. Entre los más destacados se encuentran:
Zinc y Selenio: semillas de calabaza, nueces de Brasil…
Ácidos grasos Omega-3: nueces, semillas de lino, chía…
Antioxidantes (como las vitaminas A, C y E): frutas y verduras frescas
Coenzima Q10: Se valoraría suplementación o no, en cada caso.
En caso de recurrir a suplementación, es importante optar por dosis terapéuticas y fórmulas de calidad siempre bajo nuestro asesoramiento para adaptar la suplementación a las necesidades individuales.
La importancia de la microbiota en la fertilidad
Cada vez más estudios muestran que la microbiota intestinal influye directamente en la salud reproductiva. Se han observado diferencias significativas entre personas fértiles y no fértiles, siendo común una menor diversidad microbiana en quienes presentan problemas de fertilidad.
Una alimentación rica en fibra prebiótica favorece el crecimiento de bacterias beneficiosas, lo que se asocia con mejores tasas de reproducción. Además, algunas cepas específicas, como las del género Bifidobacterium, parecen tener un papel especialmente positivo en la regulación hormonal, la modulación del sistema inmune y la mejora del entorno reproductivo.
Cuidar la microbiota es cuidar también la fertilidad.
Un abordaje integral
Cuando hablamos de fertilidad y obesidad, es esencial entender que no se trata solo de un número en la báscula. Se trata de salud, de equilibrio hormonal y de bienestar general. Un enfoque integral, acompañado por profesionales de la nutrición, medicina y, si es necesario, reproducción asistida, es clave para abordar esta etapa de la vida con mayor serenidad y confianza.
Natalia de la Rosa, nutricionista equipo Dra. Sánchez-Dehesa.