En muchas ocasiones, las parejas que acuden a las clínicas de reproducción asistida no pueden conseguir embarazo con sus propios óvulos o espermatozoides. En esos casos se les plantea la posibilidad de utilizar la donación de óvulos, espermatozoides o embriones.
En nuestra consulta de Toledo, trabajamos en un alto porcentaje de casos con tratamientos de ovodonación, y si bien, estas técnicas ofrecen altas tasas de éxito, no es nada sencillo que las pacientes tomen una decisión rápida y tranquila, porque hay que aceptar que esos gametos no son los propios y, por tanto, la carga genética tampoco. Siempre que una paciente acude a nuestra consulta y le planteamos que esta es la opción, por el aumento de las probabilidades de éxito, siempre acaba con las mismas preguntas: ¿el bebé se va a parecer a mí? ¿Contribuiré de alguna manera con sus rasgos? ¿lo voy a querer igual? ¿lo voy a aceptar como mío? y la afirmación constante de que «realmente no es mío».
Renunciar a la carga genética produce miedo y rechazo en un alto porcentaje de parejas en esa consulta de resultados, ese miedo y rechazo lo conocemos los especialistas en reproducción como “duelo genético” y lleva un periodo de adaptación a esta situación y uno posterior de aceptación final en la mayor parte de los casos. Las unidades de psicología nos ayudan a solucionar este conflicto inicial y actualmente también todos los pasos que se han dado en investigación sobre epigenética que, en función a todos estas preguntas y respuestas, surge que nos ayuda a aclarar parte de estos conceptos y a dar explicación a estas parejas.
Epigenética, más allá de la genética
Intentaremos dar una explicación fácil para que seamos entendidos.
En mayor o menor medida, todos conocemos lo que es la genética. Cuando hablamos de genética podemos decir que se trata de la información que los seres vivos llevamos en nuestras células y que es necesaria para la correcta formación de nuestro cuerpo y el buen funcionamiento del mismo a lo largo de nuestra vida.
Los genes que heredamos de nuestros padres influyen en nuestra genética. Sin embargo, hoy sabemos que existen mecanismos que alteran la expresión de esos genes y definen el fenotipo (aspecto) del organismo.
El embrión obtendrá elementos que se unirán a sus genes y que influirá en las características físicas, psicológicas y en la salud general del futuro niño. Por tanto, el embrión será diferente según el ambiente uterino donde se haya transferido. Es por tanto el útero materno el que aportará todas esas sustancias y por ello, el que influya en la epigenética.
Podemos hablar de cromosomas y estos a su vez están divididos en miles de fragmentos de información genética y esa información genética se encuentra enlazada por la epigenética. Es la epigenética la que hace que la comunicación de esos fragmentos sea correcta, siendo esta, igual de importante que la información genética que tenemos todos y siendo esencial también para el correcto desarrollo, la vida y la salud de los seres humanos. Si existen modificaciones de nuestra información genética pueden causar enfermedades. También enfermedades como la obesidad, problemas cardiovasculares o diabetes pueden aparecer, en parte, por modificaciones de la epigenética. Incluso, algunas características físicas también podrían estar influidas por ella.
La herencia mediante la epigenética
Todos tenemos claro que nuestra información genética la heredamos de nuestro padre y nuestra madre biológica también existe la evidencia científica de que la epigenética, en parte, se hereda de nuestros progenitores, pero también por factores ambientales durante el desarrollo y vida de cada persona, incluido el tiempo en el que un bebé se desarrolla dentro del útero de la madre.
Los factores ambientales más conocidos que influyen en estos cambios son la alimentación, el alcohol, el tabaco, el ejercicio, fármacos etc. También las modificaciones epigenéticas adquiridas en una persona a lo largo de su vida pueden transmitirse a la siguiente generación. Estos resultados sugieren que ciertos estilos de vida, como por ejemplo el ser fumador, tener malos hábitos alimentarios o realizar poca actividad física pueden alterar la propia epigenética de uno mismo y transmitirse a la descendencia directa e incluso a la futura como los nietos.
Focalizándose en el momento concreto del embarazo, algunos científicos sugieren que existe una comunicación entre el vientre materno (el endometrio) y el bebé. Este mecanismo, es potencialmente capaz de modular cómo se expresa su información genética, independientemente de que ese bebé provenga de un óvulo propio o de una paciente donante. Por lo tanto, podríamos concluir que el ambiente uterino que una mujer embarazada, independientemente que los óvulos provengan de una donante, se considera importante puesto que va a poder modificar e influir inevitablemente en la forma en la que la información genética de ese bebe se exprese y, por lo tanto, se podrá ver reflejado en las características físicas y estado de salud del neonato.
Es por ello el parecido que encontramos entre el recién nacido y la madre receptora.